Bestias


Todo comenzó hace un poco más de 2 años; hasta el día de hoy, los muertos suman más de cinco mil.

Nuestras calles son escenario de actos de barbarie. No importa la hora del día, ni el lugar. La ciudad pertenece al crimen organizado y a sus esbirros.

Dueños de vidas y gentes, no dudan en accionar sus fusiles de asalto. Poseedores de una crueldad indescriptible, compiten entre sí realizando actos cada vez más despiadados.

Nuestras calles son testigos mudos de crímenes deleznables. Sobre ellas aparecen cabezas, cuerpos incompletos. Vidas segadas de hombres y mujeres, de jóvenes y adultos, ricos y pobres. Casquillos de balas sembrados en el pavimento, explosivos detonados en avenidas principales.

No hay recinto o barrera que los contenga. No hay respeto que los modere. Igual interrumpen una ceremonia religiosa como un encuentro deportivo. Restaurantes y centros nocturnos han sido foro de su sed de sangre. Nuestros niños han aprendido a reconocer las diferentes armas a través de sus particulares sonidos.

Puede tratarse de estudiantes, educadores, artistas callejeros, abogados, médicos, operadores de transporte público, empleados de talleres o empleados consulares. Nadie está fuera de su alcance, nadie es muy grande o muy pequeño para ser víctima de su saña.

Nadie puede detenerlos. Son invisibles. Operan a plena luz del día y nadie los ha visto y nadie los puede encontrar. Son invisibles. Nadie puede verlos, nadie quiere verlos. Lo único visible es la muerte y la destrucción que dejan a su paso.

Más de siete mil elementos militares y policiales deambulan por nuestras calles y poco han hecho por detener esta masacre. Discursos oficiales vacios, promesas vanas. Gobernantes que minimizan el dolor y el sufrimiento de quienes habitamos Ciudad Juárez.

Todo comenzó hace un poco más de 2 años.